Viernes, 12 de diciembre de 2014

Cada uno de nosotros tiene su manera particular de alcanzar al Creador, nuestra propia dirección interna, nuestra propia manera de acercarnos a la Luz de Dios. Aunque a veces la manera que elegimos puede llevarnos lejos de dónde comenzamos en la vida, nunca debemos olvidar nuestras raíces porque fueron nuestras raíces las que nos permitieron crecer a lo que somos hoy en día.
Quizás nuestros padres o las personas que son más cercanas a nosotros no son lo que nosotros queremos que sean: Puede que no estén de acuerdo con nuestras maneras de hacer las cosas o quizás no estén de acuerdo con el camino que hemos escogido en la vida. O quizás nosotros no estamos de acuerdo con la manera en la que nos criaron nuestros padres, y decidimos que no vamos a criar a nuestros hijos de esa manera. Aún así, debemos tratar a nuestros padres con respeto y dignidad humana porque las circunstancias específicas y el ambiente en el que fuimos criados, determinó quién somos y quién seremos.
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