domingo, 5 de julio de 2015

Un cuentito para el alma

Un buscador espiritual con una fuerte tendencia a dejarse manipular por factores externos fue a visitar a un maestro para plantearle el siguiente problema: -

Maestro, no soy capaz de encontrar la paz interior. -¿Cuál es el motivo?- interrogó el maestro. -Lo ignoro. Por eso estoy aquí, buscando tu sabiduría y consejo. El maestro quedo pensativo unos instantes y dijo: -Vas a ir ahora mismo al cementerio. 

Allí te sentarás en medio de las tumbas y pasarás la mañana elevando toda suerte de elogios a los muertos. 
El discípulo obedeció y, una vez que hubo cumplido la tarea, regresó. 
-¿Has hecho lo que te dije?- preguntó el maestro. 
-Así lo he hecho- respondió el estudiante. 
-Bien; pues ahora volverás al cementerio y pasarás la tarde vertiendo insultos e injurias a los muertos. 
El discípulo volvió a cumplir la orden del maestro. 
Llegada la noche, regresó de nuevo. 
-Maestro, durante la mañana he ensalzado las virtudes de los muertos con toda clase de elogios, pero por la tarde he ofendido gravemente a esos mismos muertos con grandes insultos. 
¿Puedes decirme ahora el objetivo de tus mandatos? 
-¿Qué te contestaron los muertos?- preguntó a su vez el maestro- 
-¿No se mostraron satisfechos y se vanagloriaron con tus alabanzas?, ¿tal vez se volvieron indignados y coléricos con tus insultos? 
-Pero maestro, eso no es posible. ¿Cómo van a reaccionar si están muertos? 
-Pues eso es exactamente lo que has de esperar de ti mismo: la ausencia de reacciones, tanto ante las ofensas como ante las alabanzas. 
Si alguien te insulta y enciende tu cólera, ¿no ves el poder que tiene sobre ti? 
Si alguien te alaba e inflama tu vanidad, ¿no ves el poder que tiene sobre ti? 
Tu paz interior la tienes ahora en manos de los demás o en poder de los acontecimientos que te rodean. 
Ve y rompe esas cadenas, recupera tu libertad y entonces encontrarás la paz interior.”

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