La energía de la risa . Por David Topi
Los seres humanos nacemos
con la posibilidad de reír y de tener sentido del humor (algunos más que
otros, claro), y, cuando somos niños, dicen que reímos unas 300 veces
al día, sin embargo, para no perder esta capacidad innata, hay que
ejercitarla a lo largo de la vida. Un viejo proverbio chino dice que,
para estar sano, hay que reír al menos treinta veces al día, aunque,
como media, los psicólogos y los estudios sociales en la población, nos
dicen que los adultos reímos, como mucho, sólo la mitad, algo que queda
muy lejos de esas 300 ocasiones diarias en las que los niños ponen en
marcha los 400 músculos que hacen posible la carcajada.
Afortunadamente, la risa es
contagiosa, y podemos comprobar que reímos con mayor frecuencia cuando
nos relacionamos con los demás. Esto sucede porque, en cualquiera de
nosotros, cuando observamos una cara sonriente, se activa un grupo de
células nerviosas llamadas neuronas espejo, que nos impulsan a sonreír,
ya que, en general, tenemos todos una tendencia innata a sumarnos a las
emociones positivas que percibimos a nuestro alrededor.
Nos reímos de lo que vemos,
de lo que oímos, por imágenes mentales, por el placer de un hecho que
recordamos, por gesticulaciones cómicas, por ocurrencias de nuestros
amigos o compañeros, por algo necio o soez, por preguntas y frases
absurdas, por ironías inteligentes y divertidas,etc. No se sabe todavía
porqué hay personas que se ríen más que otras, posiblemente sea también
una manera de afrontar la vida, ya que la risa (y el humor en general)
no deja de ser nuestra defensa ante la sociedad, o, al menos, ante según
que situaciones que no tendemos a saber manejar cómodamente.
Cuando reímos, el
diafragma, el gran músculo de la respiración, asciende y desciende
rápidamente, produciendo una elevación momentánea de la presión en la
cavidad abdominal, seguida por un descenso igualmente rápido de la
presión. Esta actividad atrapa al hígado, que es como una esponja,
exprimiéndole la vieja sangre congestionada y trayendo un nuevo caudal a
este órgano. El corazón también tiene su ejercicio, y todas las
vísceras del cuerpo reciben un mensaje suave y tonificante, lo que
repercute en la circulación, que, estimulada, conduce entonces más
oxígeno, nutrición más abundante, y todo el organismo queda en estado de
armonía y relajación. Los músculos del rostro se tonifican, aparece ese
tono rosado en las mejillas, una chispa en los ojos, y la persona queda
entonada con la vida.
A nivel químico, cuando una
persona se ríe de verdad, su cerebro libera endorfinas, unos
neurotransmisores secretados por la glándula pituitaria, que tienen un
efecto de tipo opiáceo similar a la morfina (son opiáceos “naturales").
También se libera un neurotransmisor llamado dopamina, muy relacionado
con los estados de bienestar psicológico, y, al mismo tiempo, cuando una
persona se ríe, disminuyen sus niveles de cortisol, que es una hormona
conocida como la "hormona del estrés". Sabios taoístas dicen
que, cuando sonríes, tus órganos generan una secreción como la de la
miel, la cual alimenta todo el cuerpo, mientras que los pensamientos y
formas mentales de miedo y derivados crean toxinas que bloquean el paso
de la energía, afectando la salud de los órganos y el cuerpo en su
totalidad.
Un lenguaje espontáneo
Decía Omraam Mikhaël
Aïvanhov que la risa del sabio es la risa de la libertad. Lo que el
sabio ha comprendido le ha liberado de las cargas inútiles de la
existencia, para elevarse hasta las regiones en donde brilla el sol
eterno, y su risa es una risa de quien comprende “las cosas de la vida”,
por eso, posiblemente, hay algo misterioso en la risa, y en las
infinitas formas de reírnos que podemos experimentar. Es un lenguaje tan
universal como la música, y sin embargo no tiene palabras; debe ser
espontáneo, pues, en realidad, es una expresión de la unidad y la
armonía del cuerpo y el alma. Es contagiosa, es una expresión emocional
capaz de producir verdaderos milagros en nuestro estado de ánimo, y en
nuestro sistema energético y psíquico.
En la vida diaria, la risa
siempre tiene buena acogida; es bienvenida en nuestro trabajo y en
nuestras distracciones, en nuestros momentos altos y bajos, y
caracteriza todos nuestros estados de alegría, nuestros estados de
libertad, de equilibrio y salud, y no hay tónico capaz de igualar a la
risa espontánea. Su fisiología es favorable a la salud y a la
longevidad, y de ahí el éxito, y la buena salud, de todos aquellos que
se toman todo con cierto humor, y saben usar el poder de la risa para el
buen vivir, siendo un mecanismo humano que no posee ninguna otra
especie en nuestro planeta.
La energía de la risa
El campo energético que
produce una explosión de energía de la risa combinada con la voluntad
del desapego de las cosas de las que nos estamos riendo, inclusive si se
trata de uno mismo, tiene el poder de transformar nuestros cuerpos
sutiles, de iniciar el proceso de la "destilación alquímica" de muchas
cosas que podamos tener reprimidas o escondidas, y que empiezan, al
menos, a ser infundidas con un tipo de energía de una vibración mayor
que puede permitir su liberación y transmutación total. De ahí que los
taoístas creen que la sonrisa interior es la forma más efectiva para
contrarrestar el estrés y la enfermedad en nuestras vidas, ya que está
íntimamente relacionada con la glándula tiroides, incrementando la
actividad energética de esta glándula uno puede reducir y eliminar el
estrés y todo aquello que le acompaña.
Reír nos sana, y en estos
momentos más que nunca, necesitamos mecanismos naturales para preservar
la salud, ante toda la tristeza que se nos quiere vender, ante los
miedos que se nos quieren incrustar en la sociedad, a nivel colectivo,
con todo tipo de situaciones orquestadas por aquellos que mueven los
hilos y que no pueden controlar ya el destino de lo que está pasando en
el planeta, ya que, entre otras cosas, tenemos que saber que si perdemos
la risa, porque cedemos al miedo y a la preocupación, perdemos
literalmente la vida. Una sonrisa es la energía más poderosa en el poder
personal, porque la risa es una energía vibratoria muy elevada, incluso
si nos estamos riendo de nosotros mismos, de ahí que tengamos que
practicarla todos los días ante toda situación posible. Como decía
Martin Charmín, un escritor y director de grandes comedias teatrales, “nunca estás totalmente vestido sino llevas una sonrisa.”
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