Ser incondicional
Lunes, 21 de septiembre de 2015.Conciencia Diaria Karen Berg
Cuando un desconocido necesita algo, muy pocos de nosotros nos
molestamos en preguntar: “¿De dónde vino esta persona? ¿Quién es?
¿Quiénes son los padres de este niño? ¿Qué bien ha hecho esta persona
por mí últimamente?”.
Por ejemplo, digamos que un niño corre al medio de una calle frente a un
automóvil y resulta que un desconocido está lo suficientemente cerca
como para hacer algo. Lo más probable es que el desconocido corra, tome
al niño y lo quite del camino del auto. O cuando una casa se está
incendiando, la gente suele buscar la manera de ayudar, incluso antes de
que lleguen los bomberos.
Entonces, ¿por qué cuando alguien cercano necesita nuestro apoyo,
tiempo, cuidado o perdón, nos cuesta tanto darlo? Calculamos y decimos:
“¿Esta persona lo merece? ¿Qué ha hecho por mí últimamente? ¿Podrá
pagarme el favor en la misma proporción?”.
Pensamos de esta manera porque somos humanos y juzgamos. Naturalmente
primero vemos lo que está mal en los demás, incluso en nuestros seres
queridos, antes de ver lo que está bien en ellos.
El día de hoy, recuerda que si repartimos juicio en nuestra vida,
específicamente juicio hacia los demás, seremos juzgados nosotros mismos
porque, al igual que el agua en una piscina, lo que arrojamos al
universo en algún momento regresa a nosotros en igual medida.
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