En
una sociedad enferma como la que vivimos, es imposible nacer con
felicidad. Este estado de satisfacción ideal debe ser conquistado con
pacientes , laboriosos y persistentes esfuerzos. No se le debe confundir
con la prosperidad material o la pura satisfacción sexual, es eso y
más, mucho más.
La
felicidad no se consigue tratando de ser lo que se fue o se tuvo, -lo
que provoca una angustia de perder los seres queridos, el territorio, la
salud, la juventud, la libertad, etc -, ni lo que se será o se
alcanzará (lo que provoca una angustia de obtener el triunfo, la
belleza, el amor romántico, la riqueza, la inmortalidad, etc).
Tampoco
se consigue queriendo ser lo que no se es o obtener lo que es
imposible. Se consigue siendo lo que uno auténticamente es. ¿Pero qué es
lo que somos? Las personas que nunca han meditado creen que son tal y
cual se sienten cuando están despiertos.
Se
identifican a su ego limitado formado por la familia, la sociedad y la
cultura, y desconocen la infinita extensión de sus valores espirituales.
Esta parte desconocida, mucho mas extensa que el Ego, es el Ser
Esencial, un aspecto transpersonal del individuo que lo une al todos los
seres vivientes, al universo entero y , si es creyente, a la impensable
Conciencia que crea constantemente a todo lo que existe.
A
pesar de haber acumulado riquezas, amoríos, triunfos, la persona que no
ha abatido los límites de su Ego, liberándose del egoísmo para unirse a
la totalidad, no puede conocer la felicidad. Siempre estará aplastada
por el miedo a perder lo que tiene y por la insatisfacción de no obtener
la totalidad del éxito.
Viajando
con el célebre mimo Marcel Marceau por Grecia, lo vi llorar frente al
cartel de un film de Chaplin. Le dije: "Maestro, ¿usted llora por la
admiración que le tiene a Charlot?” . “No -me contestó- lloro porque
nunca seré tan famoso como él”…
Quien
vive en la cárcel del Ego, nunca cesa de compararse y, en medio de su
abundancia, se ve envejecer con la muerte ineludible acechándolo. No
puede haber paz en su corazón… Quien reconoce las fuerzas de su
Inconsciente (la suma del pasado humano y universal) y las posibilidades
de su Supraconsciente (la suma de realizaciones que le ofrece el
futuro, a él y a la humanidad), inclina su Ego ante su Ser Esencial y lo
deja convertirse en su guía.
El
intelecto se une a la intuición. Fuerzas inefables comienzan a guiar su
vida. Sabe que todo ser viviente es una parte de la Conciencia creadora
universal, deposita su confianza en la vida, acepta la muerte no como
un fin sino como una transformación, aprende a escuchar y amar a los
otros, comprende que en su inmensa pequeñez es un precioso aporte a la
grandiosidad del mundo, y se hace servidor de la belleza que impregna a
toda la vida. Amando la totalidad ha descubierto también el amor a sí
mismo.
Comprende,
conoce, que cada parte del universo, grande o pequeña, es una obra
milagrosa que encierra a la totalidad de la conciencia divina…. Entonces
vence a su deseo de querer poseer lo que no puede ser suyo, porque lo
único que es suyo es él mismo. Comprende que sólo le pueden robar lo que
no le pertenece, lo que es él nadie se lo puede quitar.
Se
reconoce como obra divina. Siente en su cuerpo fluir la vida, y se da
cuenta que la vida es alegría, felicidad. Cada mañana, cuando se
despierta, agradece estar vivo. Cada segundo que se escurre es una
sublime joya, la compañía de los otros es un elixir fragante, el latir
del corazón se une a los latidos de incontables seres y cada una de sus
respiraciones es una fiesta que lo nutre al mismo tiempo que nutre al
mundo.
Ama
su trabajo porque trabaja solo en lo que ama, admite la compañía de
personas que agregan alegría a su alegría de vivir y con ilimitada
compasión, en la medida de sus posibilidades, ayuda a los que sufren. Es
feliz sin pedir, avanzando con un gracias continuo. Sabe que aceptará a
la muerte como su realización suprema.
Alejandro Jodorowsky
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