Martes, 12
de mayo de 2015
A veces lo más difícil del mundo es amar a alguien, especialmente a
aquellos que son más cercanos a nosotros. Sin duda, cuando todo está en armonía
y el océano de la vida está tranquilo, el amor es fácil, es simple. Pero cuando
llegan las tormentas y el agua se agita, cuando hay preocupaciones o
desacuerdos con relación a la familia, las emociones, las finanzas o cualquier
otra clase de sucesos negativos que puedan estar al acecho, todo se vuelve
mucho más difícil.
No obstante, es precisamente cuando no queremos amar cuando tenemos que amar más. Esto no significa que tenemos que tolerar acciones dañinas, estar de acuerdo con todo lo que dice o hace la otra persona o que no habrá momentos en los que, simplemente, no veamos las cosas de la misma manera. Sin embargo, lo que sí significa es que nunca debemos perder de vista el hecho de que la misma Luz Divina que brilla dentro de nosotros también brilla en la otra persona, y debemos hablar y actuar de acuerdo a esto sin importar lo que ocurra.
No obstante, es precisamente cuando no queremos amar cuando tenemos que amar más. Esto no significa que tenemos que tolerar acciones dañinas, estar de acuerdo con todo lo que dice o hace la otra persona o que no habrá momentos en los que, simplemente, no veamos las cosas de la misma manera. Sin embargo, lo que sí significa es que nunca debemos perder de vista el hecho de que la misma Luz Divina que brilla dentro de nosotros también brilla en la otra persona, y debemos hablar y actuar de acuerdo a esto sin importar lo que ocurra.
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