La verdad contesta toda invocación que le hacemos a Dios, respondiendo en primer lugar con milagros, y retornando luego a nosotros para ser ella misma.
El perdón - el reflejo de la verdad - me enseña cómo ofrecer milagros y así escapar de la prisión en la que creo vivir. Tu santo Hijo me es señalado, primero en mi hermano, y después en mí. Tu Voz me enseña con gran paciencia a oír Tu Palabra y a dar tal como recibo. Y conforme contemplo a Tu Hijo hoy, oigo Tu Voz indicándome la manera de llegar a Ti, tal como Tú dispusiste que ésta debía ser:
“Contempla su impecabilidad y sé curado”.
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