domingo, 8 de mayo de 2016

Lección 129 Más allá de este mundo hay un mundo que deseo.

Lección 129Más allá de este mundo hay un mundo que deseo.
El mundo amarillo, Albert Espinosa - Recuerdo que la madre de Antonio, un peloncete muy divertido que siempre me hacía reir, nos contaba que debíamos soplar y pedir deseos. Nos contaba que la gente sólo sopla para pedir deseos en los cumpleaños, porque piensa que los cumpleaños tienen poder, pero lo que no saben es que el poder lo tiene el soplo. Me encantaba la madre de Antonio, siempre nos contaba historias fabulosas, llenas de ejemplos. Nos explicaba, entre muchas más cosas, el poder del soplo. Nos hablaba de las madres que soplaban las heridas de sus hijos que se habían caído de la bicicleta, de rasguños que se curaban con soplidos y un poco de agua oxigenada. El superpoder del soplo. Yo me creí aquello a pies juntillas. Siempre que me ponían una inyección yo pedía un deseo; nunca me olvidaba. Soplaba, pensaba un deseo y notaba una inyección. Automáticamente sonreía. Qué suerte poder pedir tantos deseos. Me sentía un privilegiado. Además, he de decir que se han cumplido muchos. Ya en mi vida normal, no he dejado de soplar. Soplo dos o tres veces a la semana, sin razón aparente, cuando lo necesito. Como decía la madre de Antonio, los soplidos se acumulan en nuestro interior y hay que sacarlos, hay que extraerlos. Así que no temas y sopla como mínimo una vez por semana, eso sí, siempre tienes que pedir un deseo. A veces pienso que se me han cumplido tantos deseos porque soplé mucho en el hospital. Creo que, sin saberlo, el organismo nos ha dado un arma contra la mala suerte; el problema es que la cotidianidad de ese superpoder ha hecho que no la percibamos. Recuerda: 1. Se pone la boca en forma de O. 2. Se piensa un deseo, pero piensa que quizá se cumplirá. Los deseos deben ser deseados, no vale cualquier cosa. 3. Y sopla. Saca aire, aire tuyo. Y recuerda: cuanto mayor es el deseo mayor ha de ser el soplido. Lo ideal es que soples hasta que no quede nada dentro. Quédate sin soplido. Estoy seguro de que las personas centenarias han soplado mucho. Y ese intercambio de aire, ese soltar y ese coger, es lo que les ha dado una vida tan larga. Antonio murió soplando. No sé qué pidió pero su madre me dijo que estaba segura de que se había cumplido. Y yo también lo creo. Juntar los labios y soplar. Pido otro deseo… - Fotolog
Este pensamiento es el que naturalmente sigue al que practicamos ayer. No puedes detenerte en la idea de que el mundo no tiene valor, pues a menos que veas que hay algo más por lo que sentirte esperanzado, no podrás evitar caer en la depresión. No estamos haciendo hincapié en que renuncies al mundo, sino en que lo intercambios por algo mucho más satisfactorio, algo rebosante de alegría y capaz de ofrecerte paz. ¿Crees acaso que este mundo puede ofrecerte eso?
Quizá valga la pena dedicar un rato a reflexionar una vez más sobre el valor de este mundo. Tal vez estés dispuesto a conceder que nada se pierde con renunciar a cualquier pensamiento que le adjudique algún valor. El mundo que ves es ciertamente despiadado, inestable y cruel, indiferente en lo que a ti respecta, presto a la venganza y lleno de odio inclemente. Da únicamente para más tarde quitar, y te despoja de todo aquello que por un tiempo creíste amar. En él no se puede encontrar amor duradero, porque en él no hay amor. Dicho mundo es el mundo del tiempo, donde a todo le llega su fin.
¿Cómo podría ser una pérdida, entonces, encontrar un mundo en el que es imposible perder, en el que el amor perdura eternamente y en el que el odio no existe y la venganza no tiene sentido? ¿Cómo podría ser una pérdida hallar todas las cosas que realmente anhelas, y saber que no tienen fin y que perdurarán a través del tiempo exactamente tal como las deseas? Incluso esas cosas se intercambiarán finalmente por aquello de lo que no podemos hablar, pues desde allí te trasladarás a donde las palabras son completamente inútiles, a un silencio en el que el lenguaje, si bien no es hablado, se entiende perfectamente.
La comunicación, inequívoca y clara como la luz del día, permanece ilimitada por toda la eternidad. Y Dios Mismo le habla a Su Hijo, así como Su Hijo le habla a Él. El lenguaje en el que se comunican no tiene palabras, pues lo que se dicen no puede ser simbolizado. Su conocimiento es directo, perfectamente compartido y perfectamente uno. Qué lejos te encuentras de esto tú que sigues encadenado a este mundo. Y sin embargo, ¡qué cerca te encontrarás cuando lo intercambios por el mundo que si deseas!
Ahora el último paso es seguro; ahora te encuentras sólo a un instante de la intemporalidad. Desde aquí sólo puedes mirar hacia adelante, pues nunca más querrás mirar hacia atrás para ver el mundo que ya no deseas. He aquí el mundo que viene a ocupar su lugar, a medida que liberas a tu mente de las nimiedades que el mundo te ofrece para mantenerte prisionero. No les atribuyas ningún valor, y desaparecerán. Valóralas, y te parecerán reales.
Esas son tus opciones. ¿Qué puedes perder si eliges no valorar lo que no es nada? Este mundo no te ofrece nada que realmente desees, mas el que eliges en su lugar ¡ése ciertamente lo deseas! Deja que se te conceda hoy. Ese mundo espera tan sólo a que lo elijas para ocupar el lugar de todas las cosas que buscas, pero que no deseas.
Practica estar dispuesto a efectuar este cambio diez minutos por la mañana, diez por la noche y una vez más entremedias. Comienza con lo siguiente:

Más allá de este mundo hay un mundo que deseo.
Elijo ver ese mundo en lugar de éste, pues no hay nada aquí que realmente desee.

Cierra entonces los ojos al mundo que ves, y en la silenciosa obscuridad contempla cómo unas luces que no son de este mundo se van encendiendo una por una, hasta que deja de ser relevante donde comienza una y donde termina la otra al fundirse todas en una sola.
Hoy las luces del Cielo se inclinan ante ti, para derramar su luz sobre tus párpados mientras descansas más allá del mundo de las tinieblas. He aquí una luz que los ojos no pueden contemplar. Y sin embargo, la mente puede verla claramente, y entender. Hoy se te concede un día de gracia, y nos sentimos agradecidos por ello. Hoy nos damos cuenta de que lo que temías perder era sólo la pérdida.
Ahora comprendemos que es imposible perder. Pues por fin hemos visto su opuesto, y damos gracias de que la elección ya se haya llevado a cabo. Recuerda cada hora la decisión que has tomado, y dedica un momento a confirmar tu elección dejando a un lado cualquier pensamiento que tengas en ese momento y poniendo toda tu atención brevemente en lo siguiente:



El mundo que veo no me ofrece nada que yo desee.

Más allá de este mundo hay un mundo que deseo

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Comparte tu comentario , Gracias ¡¡¡