Es muy fácil compararnos con otras personas. Sin embargo, no fuimos
creados para ser alguien distinto a quien somos; sólo debemos subir
nuestra propia escalera espiritual. Por eso, en lugar de preguntarnos:
“¿Qué puedo hacer para ser como mi amigo o mejor que él?”, podríamos
preguntarnos: “¿Qué puedo hacer para ser una mejor versión de mí mismo?
¿En qué aspectos debo crecer? ¿Qué necesito recibir para poder compartir
aún más con quienes me rodean? ¿Qué puedo hacer para revelar más de mi
naturaleza divina es este mundo físico?”.
Cuando cada uno de
nosotros se concentra en ser un poco mejor hoy que ayer, nuestro
esfuerzo conjunto puede mejorar el mundo también.
Karen Berg
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