Atascarnos en temerle al futuro o arrepentirnos del pasado forma parte de la naturaleza humana, pero nunca olvides que tu verdadero poder está en el presente.
Esto es particularmente útil recordarlo cada vez que nos acercamos a una gran abertura cósmica como Rosh Hashaná, el día en el que se expone nuestra vida ante nuestro Creador. En nuestra preparación espiritual para tal evento, podríamos terminar enfocando nuestra vista “más allá del mar”, por decirlo de algún modo.
A menudo he usado el ejemplo del hombre que trabajó por cincuenta años en una profesión que ni siquiera le gustaba sólo para “algún día” poder retirarse y finalmente disfrutar su vida. Pero ¿quién puede decir que ese “algún día” llegará? Considero que la vida es mucho más satisfactoria cuando reconocemos los milagros que están frente a nosotros en cada instante.
Claro, todos tenemos aspectos de nuestra existencia con los que preferiríamos no lidiar y podríamos tener obligaciones por cumplir que quizá nos gustaría evitar, pero, aun así, hay mucha belleza y maravillas a nuestro alrededor y, con mucha frecuencia, ignoramos todo eso. ¿Cuán a menudo nos despertamos en la mañana y reconocemos las bendiciones que están aquí y ahora? ¿Acaso no es fabuloso poder ver el amanecer? ¿No es maravilloso tener cosas por vivir en un día que me hagan feliz sin importar lo pequeñas y simples que sean?
En la porción de Nitsavim está escrito: “...no es muy difícil para ti, ni está fuera de tu alcance. No está en el cielo, ni está más allá del mar. Sino que está muy cerca de ti, en tu boca y en tu corazón”.
Por eso, aunque anticipemos el evento de Rosh Hashaná y todas las oportunidades espirituales del mes de Tishrei (Libra), cosa que ciertamente es algo positivo y proactivo que podemos hacer, mi consejo es que al mismo tiempo nunca pierdas conciencia de las oportunidades que están ante ti en este momento… ¿Acaso no es eso todo lo que tenemos de todas formas? Eso me recuerda una magnífica frase del Baal Shem Tov:
“El mundo es nuevo para nosotros cada mañana. Ese es el regalo de Dios. Cada persona debe sentir que renace diariamente