
Domingo, 30 de agosto de 2015. Conciencia Diaria . Karen Berg
Si todos viéramos las consecuencias de nuestras palabras y acciones inmediatamente, seríamos santos. Pero si ese fuese el caso, no estaríamos jugando el Juego de la Vida.
La vida es un juego y las apuestas son altas. La apuesta es dónde terminará nuestra alma al final. A través del lodo y el fango que cada uno de nosotros debe cruzar en sus numerosas vidas, lentamente encontramos nuestro camino hacia la Luz.
Quienes hemos estudiado espiritualidad por un tiempo sabemos que a veces el juego se pone un poco más difícil porque entre más alto asciendas en la escalera de espiritualidad, más altas son las apuestas. Y entre más altas son las apuestas, más difíciles son los desafíos.
Pero no somos víctimas. Somos soldados espirituales y tenemos la capacidad de defendernos de la fuerza negativa que está en nuestro interior y que quiere derribarnos, y al combatirla nos acercamos más a la Fuerza de Luz del Creador.
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