Mi Lección en la Oficina del Correo. Por Yvonne Richards
Ayer fui a la oficina del correo, y había una fila bastante larga y una sola persona atendiendo. Quienes estábamos en la fila, estábamos tranquilos y en una disposición positiva y pacífica. Cuando me tocó mi turno, el señor que atendía, me recibió con todo un monólogo de lo difícil que estaban las cosas en el correo, de lo dura que era la situación para los nuevos empleados, y repetía una y otra vez ¨es duro, esto es muy duro¨.
Mientras él derrochaba palabras de derrota yo observaba el brillo de sus ojos (no había brillo, sus ojos estaban opacos), observaba su piel, pálida y con brotes rojizos, como si tuviera una alergia, su espalda encorvada y la amargura marcada en el gesto de sus labios.
Le envié amor, y a la vez, me dije a mi misma: ¨Yvonne, aprende. Él generosamente te está enseñando precisamente el tipo de vida que no quieres llevar, los pensamientos que no te puedes permitir tener, y las palabras que tienes prohibidas decir¨.
Hay dos formas de vivir: bajo una nube negra que solo atrae lluvia, frío y hielo. O bajo el sol, calientito, y bajo el cual toda flor florece; insistiendo en el temor o insistiendo en el amor.
Revise sus pensamientos, revise sus palabras y decida, con firmeza, permitirse solo pensamientos amorosos, positivos, que alimentan la bondad, el poder personal, la fuerza interna y decida además que de su boca solo saldrán palabras de amor, de confianza profunda, bondadosas y de ¨sí a la vida¨.
¡Mantenga una intención de luz de nunca más destruir, y enfoque su energía y su divino corazón en construir en el amor!
Amado Padre,
Gracias por la capacidad que me has dado de elegir.
Yo elijo vivir una vida abundante, llena de tu Gracia, aceptando tus regalos y tus enseñanzas.
Yo elijo colocar mi vida bajo el sol del amor, en un lugar en donde es posible para mi transformar, manifestar, y co-crear contigo lo que deseo y necesito.
¨Sí¨ al amor, ¨sí a mis pensamientos poderosos y creadores de bondades y, ¨sí¨ a las palabras amorosas que salen de mi boca y que nutren a mi alma y al alma de todo aquel con quien me encuentro.
Gracias Padre, gracias, gracias, gracias.
En el nombre de Jesús, elijo la luz.
Amén.
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