HOY dejo que la visión de Cristo contemple todas las cosas por mí, y
que, en lugar de juzgarlas, les conceda a cada una un milagro de amor.
Así quiero liberar todas las cosas que veo, concediéndoles la
libertad que busco. De esta manera, obedezco la ley del amor, dando lo
que quiero encontrar y hacer mío. Ello se me dará, porque lo he elegido
como el regalo que quiero dar. Padre, Tus regalos son míos. Cada regalo
que acepto me concede un milagro que puedo dar. Y al dar tal como quiero
recibir, comprendo que Tus milagros de curación me pertenecen.Nuestro Padre conoce nuestras necesidades, y nos concede la gracia para satisfacerlas todas. Y así, confiamos en que Él nos enviará milagros para bendecir al mundo y sanar nuestras mentes según regresamos a Él.
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