Canalización de Myriam de Magdala
de Daniel Meurois
Durante un congreso en el que
participó en Montreal en 2012. Fué una canalización en directo durante la cual
todos suponían que serían los Hermanos de las Estrellas los que se
manifestaría, pero, ante la sorpresa de todos fue Myriam de Magdala quién
apareció….
” Voy a retomar un fragmento de la canalización transcrita
de Myriam de Magdala por Daniel Meurois… en Montreal, hace dos años.
Vamos tan deprisa que no hacemos verdaderamente hincapié en
el sentido de las palabras… esas palabras dichas por Myriam de Magdala… no dos
mil años atrás… sino el 29 de septiembre de 2012.”
Marie Johanne
leonard_MMb“He venido a testificar del impacto de la Fuerza
que mantenía vivo al Maître Jeshua, que estaba en Él y que El ofrecía. He
venido para hablar sobre la Esencia de Cristo, puesto que es de esa Esencia de
la que el Maître Jeshua me ha alimentado. No es por tanto del personaje
histórico del que voy a hablaros aquí, sino, ante todo de lo que lo ha habitado
íntimamente y de lo que nos ha regalado, lo cual he heredado yo también.
¿Por qué es afán mío hablaros de esto de modo tan directo?
Porque esta Esencia os pertenece por derecho, porque esta
Esencia, con la que he convivido estrechamente, y que se ha implantado por
siempre en mi corazón, espera de igual modo implantarse en el vuestro. Es así
de fácil. No es la Esencia de un Ser, sino la Esencia de una Fuerza, de una
Fuerza que se encuentra al alcance de todo lo que está en el universo.
Cristo no pertenece a nadie. Lo habréis entendido
intelectualmente, pero debéis entenderlo con el corazón. Cristo no es
cristiano. Cristo puede ser tanto budista como musulmán, chamán… todo cuanto
queráis. Es, sin que lo sepáis realmente, la Fuerza Universal que vive en
vosotros. Si hay un secreto en el universo, bien sea este. Y el modo de
manifestarse es este famoso Manto de Luz contagioso que os pertenece ahora.
Ahora más que nunca, hacedlo vuestro y ofrecedlo.
Me preguntaréis: “¿Cómo Myriam? Es fácil para ti contárnoslo
porque lo has conocido, a Él”. He conocido al hombre. He conocido el soporte y
Dios sabe, no como era sino, como es de maravilloso ese soporte. Lo que os digo
yo es que en el núcleo del soporte, hay una Fuerza inconmensurable… Es una
Fuerza de compasión, una Fuerza de don total, una Fuerza de vida, una Fuerza de
comprensión, una forma… de Osadía increíble! Y es esa osadía de vivir, esa
osadía de la verdad, esa osadía de la trasmutación la que he tratado de
despertar un poco más en vosotros.
Deshaceos de vuestros miedos como tanto lo deseáis en
oraciones, ellos son el primer obstáculo a vuestra transformación y al hecho de
que vuestro mundo pueda estar contaminado. Soy consciente también que el decir:
“deshaceos, abandonad vuestros miedos, es fácil” es fácil de decir. Y que me
contestaréis preguntándome: “¿Cómo nos deshacemos de nuestros miedos?”. No hay
ninguna guía, tan solo la cultura de la coherencia, la coherencia y el ser
justo consigo mismo, con el nivel de consciencia, de reflexión que habéis
desarrollado, ser justo con lo que vive en los más profundo de vuestro corazón.
Sabéis que vuestra Realidad no tiene nada que ver con esa
máscara física, esa máscara de personalidad que lleváis puesta hoy, lo sabéis.
Y algo en vosotros os impide deshaceros de la coherencia para sacar las
conclusiones y las invitaciones necesarias en nuestro mundo. Miraos en un
espejo, varias veces al día, y preguntaos: “¿Quién soy?”.
Hace dos milenios, no tuve el placer de tener un espejo.
Recuerdo haber pasado, varias veces, horas y horas con el rostro asomado a las
aguas del lago preguntándome: “¿Quién soy? ¿Quién soy?”. Y es mi corazón quien
me contestó a un momento dado. Mi corazón me contestó: “Soy la Vida”. Así de
fácil fue. Quizás estiméis, claro está, que era una privilegiada. Pero
cualquier privilegio es algo que nos viene desde tiempos remotos porque lo
hemos ido alimentando, hemos facilitado su aparición. No atraséis más vuestro
nacimiento, intentad sobrepasar vuestros miedos, poneos a prueba
a-m-o-r-p-s-a-m-e-n-t-e, miraos con una mirada amorosa.
Si hay una definición de mí que puedo ofreceros, amigos
míos, es esta: “Soy una enamoradiza”. Esa ha sido la clave en mí. Esto es lo
que deseo que seáis: enamoradizos y enamoradizas de la Fuerza de Vida que está
en vosotros. Esa Fuerza de Vida es vuestro verdadero esposo o esposa. Llamadla,
pedidle qua actúe en vosotros y será Cristo quien actúe en vosotros. Aplicaos
simultáneamente esta iniciativa, a vuestro alrededor, en lo concreto.
Ofreced vuestro tiempo, ofreced vuestra fuerza, ofreced sin
contar, tan solo cosechando miradas de amor. Cesad los pequeños contactos con
los demás y con todos los contextos de la vida -dejad el lenguaje de la
negociación, el lenguaje mercantil: “te quiero si me quieres, te vendo si me
devuelves con un interés, invierto en ti, etc.”.
Vais a ser infinitamente rico con lo que deis en cuanto no
tengáis miedo de actuar como sabe vuestro corazón que debe hacerlo y como os
dice que lo hagáis. No temáis más, no tengáis el menos temor de lo que se pueda
esconder tras vuestra máscara…
Queréis siempre que una fuerza superior baje hacia vosotros,
pero ¡habéis pensado que sois vosotros mismo los que tenéis que ascender hacia
la Fuerza que está en vosotros! Adentrarse en sí mismo es crecer. Es crecer uno
mismo hasta que observemos que no hay más arriba ni más abajo, ni tu ni yo, ni
Maestro-ni discípulo, ni sol ni luna, tan solo un espacio puro en lo más
profundo de nuestro corazón, un espacio que resuelve todas las tensiones.
Pero, no penséis, amigos míos, que os arrastro en una
especie de sueño, un sueño entre los que están de moda hoy día en alguna
literatura. Os entreno a pensar, a fusionaros con la Realidad. Y es gracias a
la fusión, a la fusión con vuestra realidad, como vuestro corazón va a unirse
al de los demás corazones, que se unirán a su vez al de los demás, y así
sucesivamente… hasta lograr que las realidades concretas de este mundo, sus
leyes físicas, sus mecanismos psicológicos, todo lo que caracteriza su sensibilidad,
su comprensión, su inteligencia entren en cambios irreversibles. Quiero
deciros, aunque lo sepáis ya, que sois vosotros quien tenéis la total
responsabilidad del decorado, de los decorados en los que vivís y en los que
viviréis.
¿De qué queréis parir? La Realidad, la cuestión surge aquí.
Myriam os lo dice, vuestra clave está en vosotros, vuestra clave está en
vuestra sencillez, en vuestra generosidad, en vuestra abnegación – observad que
no he dicho sacrificio, es completamente distinto – vuestra abnegación, vuestra
voluntad de cumplir con vuestro destino, de cumplir con vuestro cambio, vuestra
voluntad de ir hasta el final de vuestra esperanza. Quizás al principio os
tomen por “iluminados”, tópicos reconocidos.
Id cada día un poco más lejos. Sed vosotros mismos y dejad
de interpretar roles. Yo misma he interpretado muchos roles a lo largo de mis
numerosas vidas, me parece justo, verdaderamente justo insistir sobre este
hecho. La mentira que se hace uno mismo es lo peor de las mentiras. Es la que
nos envenena poco a poco. El orgullo y la cobardía, la pretensión, nada de eso
queréis ya, ¿verdad?
Soñáis con un mundo en el cual la paz no sea solamente una
tregua entre dos guerras. Bien, pues ¡sembrad paz en vosotros! Haced lo que
haga falta sin querer convencer a nadie de nada, sin preocuparos de las
críticas ajenas. Sembrad, amigos míos, la paz en vosotros. En esto se resume la
cosa. Borrad las fronteras.
Que esta voluntad de entrar en transformación que os reúne
aquí, hoy, con fuerza suficiente, ocupe mucho más sitio de vuestra vida, que
esta voluntad ocupe todavía más sitio en vosotros junto a la tolerancia, quizás
entre una muchedumbre de intolerancia, de modo que el hecho parir en el mundo
que alimentáis, entre verdaderamente en su fase decisiva. La decisión os
pertenece. No pertenece a vuestros Hermanos de Estrella, no pertenece al Maestr
Jeshua, ni a una Fuerza exterior que lo ha habitado y que adoraríais como a un
Mesías; pertenece a la atención que le vais a prestar a la naturaleza profunda
de vuestra vida, a la naturaleza profunda de vuestros actos y pensamientos aún
sabiendo que esta a-t-e-n-c-i-ó-n proviene de vuestra intención. ¿Cual es
verdaderamente vuestra intención de ser y de actuar?
Por supuesto, tenéis la respuesta perfecta en vosotros
mismo. Pero no es esa respuesta perfecta la que espero de vosotros, ni la que
todos mis Hermanos y Hermanas de Luz esperan de vosotros; no es la respuesta
perfecta, es la r-e-a-l-i-z-a-c-i-ó-n perfecta de la naturaleza de vuestro
corazón, su manifestación con coherencia es lo que os pedimos.
Resucitad pues a Cristo en vosotros y recibid todo su amor.
“No contéis con el Cielo –con lo que llamamos Cielo-, es el Cielo, la Vida, la
tierra, todo, lo que cuenta con vosotros”.
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